Soy ciega, sorda y muda

Soy ciega, sorda y muda
no entiendo ni mi voz
mis libros me prestan la suya
y en uno somos dos
y cuando nace la duda
me aclamo a su dios
y espero entre la luz y la sombra
la letra que me dé su voz.
Libros a centenares mi mente leyó
como si fuera de otros lugares
nada en mí quedó.
Ellos son la semilla
que hoy me da su voz
y el refugio y el consuelo
de un alma su clamor.
Quería subir a las más altas cimas
quería de las profundidaes extraer su saber
quería beber de las más puras aguas
y calmar mi sed.
Bebí la hiel y el ajenjo y degusté la miel.
Recorrí como pájaro alado el desierto
y en la playa quemé mi piel.
Supe de la locura y del desconcierto
supe del nada saber.
Y oigo una voz sin sonido
son unas letras que esconden
la esperanza en su volveré.
Ya no hay vanidad de vanidades
ni sueño de divinidades
sólo un homenaje en silencio
al libro y su pensamiento.