Soy un hombre
con un millón de años
de experiencia,
y los sueños y el entusiasmo
de un joven de veinticinco.
Me siento infinitamente joven
e infinitamente viejo, a la vez.
He recorrido un camino
repleto de vivencias
sobre una alfombra de rosas
y, a veces, por entre espinas.
He caminado dormido
creyendo estar muy despierto,
he atravesado el desierto
y, también, el valle florido.
Mis pies están en el suelo,
mi mente en el firmamento;
mi corazón en las ansias
de apresar cada momento.
Pero siempre enamorado
de un rostro jamás hallado
que sólo flota en el viento.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Que sentidas son tus palabras en este poema. Solo pasan los años por nuestra piel, pero no sobre las ilusiones, sobre la esperanza, sobre la necesidad de amar y ser amado. Lo dices ademas con una gran sencillez y serenidad. Mi abrazo para ti ( y por supuesto las merecidas plumitas) María