Alargó los brazos la mañana,
despertó mis ojos con suave calor,
muestra el nuevo día con esplendor.
Me dio luz sin abrir la ventana.
Olvido el dolor del día anterior.
En mí ya está la esperanza nueva,
cualquier día es buena, aunque llueva.
En mi corazón canta el ruiseñor.
La claridad es mía cada segundo,
también será la penumbra de la noche,
por oscura no hay razón de reproche,
en ella libero mi sueño iracundo,
en él ahogo en verdades mi alma,
al derrotero de mi vida en calma.
Autor: Alcibíades Noceda Medina