Cuando tú decías que yo soy esa vida, tu vida, y me engañas con el tiempo, esa vida, tu vida, no la encuentro. Y es que no pienso que no siento. No es sentir, sino ver y mirar, y saberse observar a uno mismo. Y decirse, sin misterio, sin rodeo y frente a un espejo, mirando el rostro; y la mirada, que al otro uno mira. Y me miro y me veo y me digo: me equivoco, me equivoco. Pero vuelvo y me miro, y compruebo la mirada en el espejo. Y de nuevo me repito, y al confirmarlo ahora, a ti te lo digo: me equivoco, me equivoco, amor… Tinito la Calma.