Piensa en Dios,
¡VIVE en Dios!
Respeta Su Santo Nombre
y respira Su Sacro Aliento
cada día, cada momento;
y eleva en tu pensamiento,
con sincera devoción,
una humilde oración
en vez de un torpe lamento.
Abriga tu corazón
y tu senda con Su AMOR:
el bálsamo redentor
que todo lo cura y puede;
abate tu orgullo y cede
ante Su Voz indulgente,
sólo Dios omnipotente
puede guiarte sin error.
Eres criatura divina,
el producto de Su AMOR
y no debe haber temor
en el agua cristalina
de tu conciencia interior.
Eres un ser superior,
pero no te vanaglories
de tu humana condición:
sin tu Creador no eres nada
y es sólo balandronada
tu orgullo y tu cerrazón.
Piensa en Dios,
¡VIVE en Dios!
Siente Su AMOR y Presencia
palpitando íntimamente
en tu alma, cuerpo y mente,
con infinito esplendor
e inagotable paciencia.
¿Dónde más hallar clemencia,
sabiduría, inteligencia
y refugio a tu dolor?-