Pequeñas galaxias que se pierden,
entre cánticos y sueños de aventuras y vigilias,
silencios inesperados, ahogan el llanto de su corazón,
piensa que la vida y las circunstancias le mienten,
que en su cielo las ausencias, no le hablan de amor.
Se encuentra solitario y sin embargo,
lucha incansable por saber quién de los dos es...
si el que está dentro de él,
o el que lo mira, detrás de la pared...
Sigue la lucha despiadada, ya no es un ensayo,
la vida le reclama a cada instante,
y sigue ansioso en su lucha, el caminante.
Tal vez un día, un ángel lo acaricie,
y ya no se sumerja curioso entre las olas,
pueda que el peregrinar de su vigilia,
le devuelva las diademas de su mente sigilosa,
que ya no llore ni el pasado ni el presente,
y se entregue al cobijo y a los manjares de otras odas.
Elsa Fariña
21/03/04