Después del trajín del día, vuelvo
vaga sombra yo, enfrento mi propio mundo,
ajeno a mucho este contexto rotundo
que en el triste desconcierto yo resuelvo.
Me apacigua una tímida esperanza,
la tenue luz de mi alma aun no se apaga,
insubsistente ayer siento que me embriaga,
besos, perfumes, en suspiro no alcanza.
Al extremo apuré el cáliz de la vida,
deguste ambrosia del quien me convida,
llené mi espíritu de amor y armonía.
En mis brazos elevé al cielo doncellas,
en éxtasis eran racimos de estrellas.
Virginal suspiro ahora es melancolía.
Autor: Alcibíades Noceda Medina