Pareces ermitaña.

Dormida en el crepúsculo pareces ermitaña
salida de un poema sensible de Neruda,
y en tus labios fuego se acarician las extrañas
pasiones indelebles que alejan tus dudas.
Vestida con los soles ardientes de un verano
te meces intranquila en los brazos de un amante,
sudando en demasía la nostalgia que tus manos
alcanzaron horizontes en muy pocos instantes.
Y al borde al abismo juegas con las vidas
de minúsculos seres que rodean tus encantos,
te muestras como eres cual valiente peregrina
tratando de llegar a la pureza de tu llanto.