Se llama Valentina, un hermoso nombre para una bailarina pero inapropiado para un corazón que sangra con tan sólo un leve roce de lo que aceptamos como nuestra realidad.
Aún recuerdo la dulzura que emanaba su cara,es una de esas personas que tocan tu alma y se quedan viviendo en un rincón de tu memoria y a la que nunca quieres olvidar.
De aspecto frágil como una bailarina de cristal que puede romperse en mil pedazos si la tocas, ojos donde duerme su cielo,un cielo limpio y puro donde siempre dibuja primaveras,
una mirada que se desvanece como el humo ante una pequeña muestra de interés entre sus ojos y los tuyos,su cabello rubio formando remolinos le dá esa pequeña nota discordante del orden establecido en su aspecto eternamente delicado,eternamente evocando un instante de paz.
Era mañana de domingo,yo estaba sentada en el banco del parque de la iglesia;mi chaqueta desabrochada dejaba ver claramente mi avanzado embarazo mientras regalaba bañitos de sol a mi bebé.
Ella se acercó a mí,se quedo mirando fijamente mi tripa y me dijo con una voz tan dulce como el canto del ruiseñor en primavera:
-Ahora tienes dos corazones dentro de tí,
dos corazones para amar el doble,ten cuidado,porque los dos son muy delicados.
..Y enseguida desvió su mirada hacia el cielo,
como si alguien la observara desde arriba,
después se sentó sobre la arena del parque,se quitó sus zapatos y se puso a jugar. Al momento una mujer se sentó a mi lado y con voz entrecortada me contó una historia de amor,desengaño y profunda depresión,
concluyendo:
-ésta es mi pequeña Valentina,treinta y cinco años a mi lado,sólo veinticinco realmente conmigo.
Sus lágrimas surcaron sus mejillas mientras su voz temblaba de emoción.
A veces no es necesario tener un mal palpable para morir un poco,
a veces se muere poco a poco por un ataque de pena al corazón,es entónces cuando abandonamos la realidad conocida dentro de nuestro mundo y empezamos a crear otro mundo paralelo dentro de nuestra propia realidad.
Se llama Valentina,
una hermosa y frágil bailarina que baila de puntillas desde hace quince años sobre mi corazón bajo el nombre de Alma. MARGA M.R. (mar 68)