SABERTE...DETRÁS DE LA VIDA

Saberte a ti, en medio de una tarde cualquiera, cuando las horas revientan desnudas y los versos se nutren de sueños es querer que la aurora, así como la piensa mi angustia, quede enredada de caricias en el lento amanecer de mil locuras. Saberte así, en el instante supremo de la entrega final, ahí donde los cuerpos embravecidos se dan ya sin memoria a las delicias de cabalgar a solas sobre el vientre, húmedo por el desvelo inacabable de ser furia y nieve en la lujuria, tantas veces inventada por la tibia presencia, casi insospechada, de tu primera aparición en tantos desvaríos sin forma ni sentido. Saberte a ti, entre voces que no emergen ni palabras que se angostan en la garganta enardecida, es procurar que en el tiempo las manos se subleven al reposo alucinante de ser calma, en medio de la piel encendida, por los espasmos repentinos y el éxtasis vibrante de ser vida en el deseo, agonizante, al sucumbir rendidos y nuevos sobre las sábanas de una noche en madrugada. Saberte así, es detener entre los versos el blando temblor de la ternura que transparente asoma junto al fiero palpitar de ese afán, tantas veces imperceptible, de ser carne y brisa en la extensa quietud de mil querencias. Saberte a ti, ahora que el frío calor del ocaso viste de labios carnosos el ardiente letargo de los días, aquéllos que buscan brotar de pronto, es ser blando rumor repitiendo en susurros, cual lacerante gemido, esa necesidad primera por no morir lejos de todo, casi en el olvido. Saberte a ti, en cada suspiro distante y mudo con que la espuma adorna las olas que exhaustas se extienden sobre la orilla, es gustar de la esencia que encierran las ignotas fantasías que aún duermen, solas y aferradas, en lo más hondo de tantos pensamientos. Saberte así, extensa en el espacio de la presencia con que se te ve dentro de la historia, fascinante y dócil, junto al cálido despertar de un vaivén de traviesas sensaciones, mágica en la distancia sin principio con que se mezclan las ternezas olvidadas y desconocida en la misteriosa verdad que es saberte así; es retener entre las nubes y el viento el sonido terso de dos almas cuando ellas se piensan entre sí. Y es que saberte a ti, (detrás de la vida), es no dejar entre recuerdos esa necesidad tremenda de ser fuego en el sosiego y en la entrega de dos cuerpos finalmente dispuestos a todo.