Hoy mis pupilas brillan como luceros; mis latidos están acelerados como granitos que caen del cielo, mis manos destilan agua sin estar lloviendo, corrí a contarle a las estrellas. La belleza de la bóveda celeste envolvió mi alma ¡que delicia de transfusión estoy absorbiendo!
Quise compartirla, envolviendo a todo aquel que a mí morada llegaba, abracé a mis cerezos y les inyecté amor verdadero. Luego fui a ver a los pichones: "no voléis hasta que llegue mi amada" les supliqué, mi fiel compañera aullaba y moviendo su cola me apoyaba.
No encontraba como vestirme, mil trajes me estrené pero estaba horrible, a la final me coloqué el que menos pensé, y me fui a mi querida Madrid.
La vi llegar y me arrinconé en la pared ¡no me podía mover! sin darme cuenta hacia ella avancé y un tierno beso en los labios le sellé, nuestras manos se buscaron y pactaron.
Recogí su equipaje y nos instalamos en el tren. En tanto. Con el lento caminar los olivos le mostraba y de su rostro me regocijaba.
Llegados a nuestro destino, en el aislamiento de nuestra alcoba; ¡Por fin juntos! Le dije, sin saber pregunté ¡Oh Dios! ¿Si tanto la amo? ¿Por qué la debo perder?
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!