Camino descalza por la arena.
Mientras, la brisa marina me regala su estilo descuidado,
casi salvaje cuando juega con mi pelo.
Una maraña cubre mi cara,
en tanto mis ojos, en un ritual desesperado,
te buscan, en cada rincón del alba.
Y quieren escucharte mis oídos
murmurando entre los acantilados.
Me exalto!
Creo ver tu rostro dibujado sobre el añil del cielo,
en nubes blanquecinas, con tintes dorados.
En ese instante, se asoma el astro y te devora.
Se repite mi lamento.
Vuelven a bañar mi cara, múltiples gotas saladas.
Regreso a mi morada,
como siempre,
con las manos vacías
y pensando…te buscaré mañana.
®Susana Valenzuela
06-10-11