Fue aquella tarde cuando premedite mi silencio, tarde de cenizas y de viernes santo, tarde de sollozos inconclusos y de manos que aprietan el vacio.
fue aquella tarde gris que cubrió de gemidos los lamentos, tarde de música blanca y de canciones turbias por la nada.
Fue aquella tarde oscura que revelo el desconcierto de una lágrima fugitiva, tarde de pájaros verdes navegando sobre olas desnudas y secretos de labios mudos.
Fue aquella tarde de indigentes vestidos de azul arenoso, tarde de agonía de corazón partido y espíritu quebrantado por las horas en estrépito.
Fue aquella tarde de ocaso fingido en la memoria, tarde de disturbios de brillos opacos y el extraño corre calle de una odisea imprescindible.
Sin embargo en aquella tarde, de infierno, de cenizas, de música blanca y de otras vanidades negras, fue cuando premedite mi silencio, muerte de súbito.
Mi corazón dolido como espuma en la arena
había dejado de existir por ella