Feliz congoja

Sé mucho acerca de la feliz congoja,
lágrimas dulces y amargas entremezcladas
en homogénea y a la vez heterogénea pócima.
Sé del rictus de amargura en labios
distendidos por una amplia sonrisa,
y de la risa histérica mientras el alma
aún indolente se siente perecer.
Sé de cómo la mente consciente
llora de felicidad y sonríen los ojos
mientras el corazón llora de pena
y es anegado en su propio llanto.
Sé de llevar anidado en el alma
lo que tercamente rechazan los sentidos,
sé como el subsconciente es sacudido
por el dolor hasta sus cimientos
y los ojos derraman su incontenible caudal
mientras el alma se siente exultante,
inundada por la dicha.
Puedo ver esa imagen abstracta,
la mirada velada por la congoja,
los ojos empañados por las lágrimas,
el rictus entre gozoso y amargo.
Sería una instantánea sorprendente,
un momento captado para la eternidad,
todo un reto para un pintor o escultor
el plasmar sobre un lienzo
o sobre el frío mármol
esa imagen que mostraría
de un sólo trazo,
en un extraño conglomerado,
las paradojas del ser.