Te conocí una tarde.

Te conocí una tarde y el mar como testigo
buscó en tu figura el dibujo de tu andar,
el viento inmenso de un océano y un abrigo
dichosa mi vida, al verte en ese lugar.
Te conocí una tarde inquieta y de repente
mis ojos posaron sobre tí todo el pudor,
mujer hermosa y en tu paz silente
la mirada oculta con un cierto rigor.
Te conocí una tarde hablando de mis cuitas
de mis nerviosas frases pensando tomar,
el frenesí de tus manos que mueves y quitas
de esa mesa incierta frente al vasto mar.
Te conocí una tarde y tarde se hizo
el tímido beso de una despedida inusual,
te conocí y al verte no se ha roto el hechizo
que tuvo el testigo del imponente mar.