Sencillamente me enamoré,
si… de ti, me enamoré…
Icé la vista y en ese espacio estabas tú,
fuiste la luz que encendió ese fuego
y mi ente viviente se paralizo,
te contemplé y quedé inerte,
inanimado por la Fe que brotaba en mi interior
y ahí, fundido en mi ilusión,
me desplomé de ganas
y aquella sensación
me invitó a descubrir que yo te amaba… Pasó mucho tiempo hasta ese hermoso día,
fuiste apareciendo como la aurora
y todo se llenó de alegría…
si, fue eso…
hiciste que cada poro de mi piel
se hinchara y despertara para siempre,
o al menos hasta ahora,
que mi alma y mi humilde corazón,
solo encuentren la razón de amarte
y por siempre hacerte feliz,
tal vez no sabes que existo,
pero pronto haré eso realidad,
y trataré de buscar que te des cuenta
que desde ese encuentro fascinante
de mis ojos y tu hermoso cuerpo,
algo cambió en la historia
y este sentimiento,
autómata y sin discordia,
solo ve en tu presencia la razón de vivir
y encontrar en ti,
el núcleo y eje motor
para que cada paso que dé
y cada fuente motora que mueva mi cuerpo,
sea por la razón de tenerte cerca
y amarte libremente
aunque tu no te des cuenta…