Sobre el manto negro de la noche, me esperas,
cobijada entre miles de luces y estrellas,
con puntas elevadas mirando tus planetas,
o redonda e hinchada con elegancia y esbelta.
Te miro y te miro, sin cansar mi vista serena,
cuantos pensamientos que dentro de tí llevas!
cuantos deseos te guardas de gente que te vela!
regalando magia a todos los que te contemplan.
Sonrojada cuando marchas, con tu sombra eterna,
cobijada por el sol, por una dulce condena,
que de día te piensa, y de noche te venera,
esperando el amanecer para abrazar tu tristeza.
Cada noche, te espero, te hablo, dándome firmeza
esperanza a mis susurros, y calor a mi endereza,
confidente de mis sueños, lágrimas que te quedas
dibujando una sonrisa, diamantes de todas ellas.
No hay una sola noche que no hable con ella,
una sola noche que la mire, igual que alguien..