Adiós

No quiero volver a verte nunca más.
Pero a ratos quiero y a ratos no. Y es que, aún implícito, no hay peor adiós que el que nunca se pronunció.
No hubo un cuídate o que te vaya bien. No hubo despedida ni un te deseo lo mejor. Esta vez no.
Nunca debí mirar tu fotografía pues es tu risa, la de aquí no ha pasado nada, comprobar que lo sentido no fue mutuo, lo que ahora me despierta cada noche atenazando con fuerza, mordiendo, desde el estómago a la garganta. Idiota de mí.
No le demos más vueltas. Incompatibilidad de caracteres como motivo de la separación, y dividamos los bienes. Para ti el orgullo y para mí el cariño, para mí el recuerdo y para ti el olvido.
Y adiós. Sigue tu camino que yo seguiré el mío. Que mañana será otro día y que no hay mal que cien años dure. Que un clavo saca a otro clavo y que la mancha de una mora con otra verde se quita.
Pero a veces te odio y duele, a veces te quiero y mata.