-Patrón: la muerte llama. Está a la puerta.
-¡Oh...! dile que no estoy; que estoy dormido...
La muerte se marchó. Sucede a veces.
Y era verdad. El hombre aquel dormía.
Sigue durmiendo al cabo de los meses
y en el Panteón se pudre todavía...
-Patrón: La muerte llama. ¡Está a la puerta!
¡Oh...! dile que salí; que fui de viaje.
La muerte se marchó. No hizo coraje;
tan sólo se sonrió; pero aquel hombre
ya nunca regresó de aquel supuesto viaje
que inventara, porque hasta ahí llegó...
-Señor: la muerte llama. ¡Está tocando!
-¡Ah...! dile por favor que estoy amando.
La muerte se marchó. Siempre sucede.
Y era verdad. El hombre aquel amaba
y sigue amando al cabo de los años
de tal manera y con tan buena suerte
que no ha vuelto a buscarlo más la muerte...
Puede el hombre dormir, fingir que duerme;
pero esta dormición no lo hará fuerte,
pues si llega a encontrarlo así la muerte,
el hombre se hallará débil e inerme.
Puede escapar, salirse de sí mismo,
evadirse, fugarse, en fin, mentirse.
Lo mismo da que invente viajes a irse,
por no afrontar la vida a un hondo abismo.
Pero si el hombre vive y vive amando
y vive del amor y amor proclama,
la muerte se la vive amenazando,
pues si a alguno respeta es a quien ama...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC