El dolo eventual de una caída profunda
anida lejano en los rincones alternos,
cúmulo de roces, del trivial elemento
que nos hace pedazos y mortal nos circunda,
ajenos ignorantes de la flema emblemática
conllevan augurios de azares dormidos
se siente su alcance en pocos zumbidos
cuan una frustración de hordas temáticas,
sucumbe el hastío su imagen demorada
entre tanta miseria de horror y fantasía,
se lucra en la muerte, se ufanan vestidas
las viejas artes de engañar con la mirada,
y el beso de Cristo es tan Judas que calla
mira para el costado, sin saber que dormido
el mundo le pone en sus sordos oídos
plegarias de santos, detrás de sus murallas.