Te veo y no lo creo,
tanta belleza unida,
puro alimento del deseo,
maravillosa bienvenida.
Yo sólo estaba llegando,
y tú ignorabas mi presencia,
yo sólo estaba observando,
la elegancia de tu esencia.
Tú nunca imaginaste,
poder conocerme a mí,
jamás tú deseaste,
que alguien se fijara en ti.
Pero la culpa no fue mía,
sino de la belleza de tu alma,
también del amor que yo sentía,
y de mi mente que perdió su calma.
Pero no digas nada, sólo ámame,
regálame tu vida, tu deseo, tu silueta,
y yo no digo nada, pero ámame,
y te regalo al amante, el sensible, el poeta.
EFRAIN TRINIDAD RODRIGUEZ
Morovis, Puerto Rico
PoetaDeDios © Copyright-2002
Efraíin: La belleza del alma... la más importante, la que más resalta, la más pura. Muy sensible este poema de amor, haciendo notar los valores de esa mujer especial... !Diez! Saludos, Ivette Rosario. :!: