EL HUECO DE TU ADIÓS

Aún no amanece

y, sobre las todavía tibias sábanas,

el hueco de tu adiós persiste

en un vano intento

de demorar el tiempo

que, a su tácito paso, se impacienta,

destanciándose un poco más

de nuestra orilla,

donde libres, pero aún cautivos

de nuestro propio celo,

volaban los pájaros del silencio.

En esta noche,

que se pregona

como arúspice de ausencia,

se torna aún más agria la oscuridad,

mientras, desacompasados, latimos

a impulsos de la memoria

como dos viejos corazones a la intemperie,

separándonos un babel de miradas,

en tanto un viento de tullidas palabras

nos aleja.