Blasfema y embustera
quien eres tú para caminar sobre el mar,
para recibir monumentos de los reyes,
para ocultar confesiones de mi amada.
Con los parpados cerrados
pero con los ojos de cobra en tus labios
bailas agitando tu vestido salado,
péndulo del mundo plateado,
reloj de mi alma lejana.
Por última vez,
déjame tomar el mundo tendido sobre tu arena,
quiero sentir de tu piel la ligereza del alma,
descubrir de tu sombra la sonrisa de las estrellas.
Antes te quería tanto por ser su espejo,
casi como a un sueño con ella,
pero ahora te odio tanto por ser su almohada,
casi como a mi nombre, si eso es lo que te molesta.
Te sientes diosa por querer elegir a su pareja,
me hiciste a un lado sólo porque la amo en silencio,
si ella te confiara el encuentro para despertarla con un beso
tú me mentirías diciendo que está muerta,
y muerto yo, nunca sentiré la daga o la flecha,
si te escuchó a ti o a mis poemas.