Tiempo de cosecha ...

Yo he visto a los hombres fuertes,
soberbios y poderosos,
convertidos en piltrafas
por el paso de los años;
con el pulso tembloroso,
con la voz débil, quebrada,
con la mirada apagada
perdiéndose en la distancia
de una estéril añoranza
de los tiempos victoriosos.
He visto mujeres bellas,
de coquetos ademanes,
elegantes, refinadas,
con la mirada insolente,
con la piel tersa y cuidada
y suaves curvas insinuantes;
tentación de los señores,
señuelo de seductores
y envidia de las cigarras,
consumidas y encorvadas,
con la piel llena de arrugas
y la cabellera blanca.
Con el paso vacilante
y la voz hueca y cascada
por la inclemencia del tiempo
que no detiene su marcha.
Yo he visto a los grandes héroes
convertidos en estatuas,
morir de olvido en el polvo
de sus tumbas solitarias,
sin nadie que los visite
ni recuerde sus hazañas.
La gente pasa con prisa
bajo el bronce de sus caras
sin importarles "quién era"
ni leer jamás sus nombres
escritos sobre una placa
ya deslucida y gastada,
en el centro de alguna plaza.
He contemplado en mi vida
a las nuevas generaciones
con su impertinente audacia
convertidas en legiones
de gente vieja y cansada,
desengañadas del mundo,
sin sueños en la mirada.
He visto miles de tumbas
un día al año visitadas
en este mundo de vivos,
de injusticias y de aullidos,
en el que todo se acaba
y pronto cae en el olvido
y después, ya no queda nada.
He visto y he comprendido
la falsedad de los sueños,
lo estéril de las promesas,
lo injusto de la riqueza,
lo triste de la pobreza,
la estupidez, la ilusión;
lo absurdo del egoísmo
y ese torpe, negro abismo
que llevan en su interior,
por ignorancia, las almas.
La fuerza de las tormentas,
la dulzura de las calmas;
el caos de las estridencias
y el verdadero valor
de la humildad, la armonía,
silencio y sabiduría
que yace en nuestro interior.
Ha aprendido el alma mía
la clave de la existencia,
el poder de la paciencia,
el mérito en la virtud,
la llave de la salud,
el sentido de la vida;
lo que significan FE,
TOLERANCIA y CARIDAD,
lo bello de la amistad.
A soportar el dolor
y a desterrar el rencor
del fondo de la conciencia.
Que el Amor es "sacrificio"
y que amar es "prestar servicio"
a todos en derredor,
buscando "su" beneficio.
Ha madurado en mi huerto
lo que mis padres sembraron
con esmero y previsión.
Después de un largo camino
de aprendizaje y esfuerzo,
de triunfos y de derrotas,
de las ilusiones rotas,
los errores cometidos,
de los años recorridos,
los mil momentos vividos
con fuego en el corazón;
la faena ya está hecha,
en plena maduración,
¡ya es tiempo de la cosecha!-
Eduardo Ritter Bonilla.