Apuramos con lentitud,
el aroma más dulce de la vida,
apuramos los segundos,
los momentos,
apuramos nuestro amor,
como si fuera a esfumarse,
lentamente,
como un susurro leve,
que se pierde en las montañas.
Empezó cuándo empezó,
unimos nuestras manos,
y desde aquel momento,
nos quedamos solos,
juntos,
por esta senda interminable,
y seguimos avanzando,
apurando como si fuera un último trago,
nos distanciamos en algún momento,
y nos volvemos a unir,
con el placer de un madurado atardecer.
Y apuramos,
en este jardin nuestro,
como un mar que suspira,
como un murmullo de agua en el sueño,
más allá del sonido del viento,
de la llanura infinita,
y de la suave pluma,
de la amante caricia,
de la rosa perfumada.