Me diste de beber tu líquido adyacente
planicie de gustos, frescos y vibrantes,
un mar de lujuria, un amor consecuente
el lecho de mi vida, en cada uno de tus instantes,
te ví en la desnudez plena de mi gozo
no creyendo ya quimera, ni cielos ambulantes,
viéndote de cerca, palpando el esbozo
de cada dedo tuyo, mostrando los diamantes,
calé en tu piel el deseo irrefrenable
la mancha húmeda de mis silos espumantes,
te llovió delicia, y en tus senos palpables
gotas de mis rocíos...dulces, fulgurantes,
pero he de decirte que te vi los ojos frescos
manjar de incipientes, lugares tan míos,
amarte es la delicia, bellezas que en un dejo
me alertan tus deseos de quedarte en mis estíos.