Cuando tú quieras cariño. . .

Fúmate un cigarro conmigo,
mírame a la cara,
escúchame hablar,
tal vez te sorprendas,
tal vez captes nuevos matices,
¿qué tienes que perder?
Peor que una derrota
es la ausencia plena
de intentos de victoria,
el intento en sí ya es valiente,
no dejes pasar una oportunidad,
no seas un autoestopista
que solo levanta el dedo
cuando no pasan coches,
nadie encuentra si otro no busca.
¿Quieres la luna?
Yo puedo traerte Marte
¿Quieres el sol?
Yo puedo traerte Andrómeda. . .
Pero no es mi intención
jugar con vanas ilusiones
y promesas descabelladas,
no peino canas,
pero se le han caido ya
algunas púas al peine
desde la última vez que nos vimos,
sin embargo,
mi simpatía hacia ti
sigue intacta,
esto lo demuestra,
de cuando en cuando
me gusta escribirte
a sabiendas
de que nunca volverás a leerme.
Mira como sale el humo de mis pulmones,
sigue el movimiento de mis ojos,
el movimiento de mis labios,
y escucha las palabras que interpretan,
deja que te haga reír,
lo conseguiría sin esforzarme,
lo sé,
cuando me quito cargas de la mente
esta adquiere otro funcionamiento,
la locura se torna afable,
como el perro rabioso
que parece cariñoso
mientras roe un trozo de carne,
pero no manso,
no,no,no. . .
nunca manso.
Tienes nada que perder,
y eso es mucho más de lo que piensas,
y yo no voy a proponerte nada,
si quieres sigue suponiéndome,
analizándome bajo el criterio
de viejos recuerdos,
bajo la lupa del ojo viejo,
a mí me pica la curiosidad,
es eso,
me gustaría ver en que te has convertido,
o si continúas igual.
Hay tesoros que no tienen mapa,
ponte guapa y aventúrate,
no te espero en mi isla desierta,
pasarte o no es cosa tuya,
¿tienes algo que perder?
Yo no lo tengo,
he subido el primer peldaño,
si quieren tirarme
van a tener que emplear
toda su fuerza bruta. . .