Las calles que caminábamos junto,
la recorro en soledad distraídamente,
tu ausencia me rodea pertinazmente,
murmuro tu nombre, cariño santo.
Los lugares que fueron nuestra, es tristeza,
ahora aumenta el sufrimiento absurdo
en el enfermo corazón, marchito y cansado,
va muriendo lentamente sin tu tibieza.
Tú me reclama amorosamente,
todas las veces que nos comunicamos,
recordándome las horas que convivimos.
Dice que no eres feliz estando ausente,
que nada te importa no estando junto.
En la madruga nuevamente te presiento.