Tres sonetillos al aire.

Oye esa voz tan lejana
de las campanas ausentes
y dime si acaso sientes
esa pasión soberana
que a tu corazón profana
y llena de simpatía
más por la melancolía
de saberte tan humana
tan frágil, tan poca cosa
tan esclava del dolor
y donde sólo el amor
te rescata de la fosa
y estaré siempre contigo
compartiendo de tu trigo.
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Dime si te sientes triste
como cuando estoy sin ti.
Dime que no te perdí
porque nunca me quisiste.
Sé bien que nunca tuviste
un suspiro para mí
por más que por ti sentí
lo que tú nunca sentiste.
Te amé, te amé con locura.
Con singular devoción
latía mi corazón
que ningún otro amor cura.
Pero ha caído el telón
y se agotó mi pasión.
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Hoy navego a la deriva
expuesto, desprotegido,
como un ave sin su nido
y con el alma cautiva.
Si ya no quieres que viva
en calidad de perdido,
sólo dos cosas te pido,
despistada y dulce esquiva:
que sepas que mi universo
giraba a tu rededor;
que eras dueña del amor
que envolvía cada verso
igual que es dueña la flor
de su aroma y su color.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC