Trilogía: Así llegó y se fue. I I Plenitud Compartida.

Plenitud compartida

Ella bebió la esencia de mis palabras

me regaló el canto inefable de su fe en la vida.

 Fue la puerta abierta que inundó mi existencia de luz y color.

Juntos desenterramos el cofre de los recuerdos,

compartimos tesoros guardados desde la niñez.

Mi canto, antes gris y quebrado,

se tornó arco iris en sus manos,

pintando nuestros días con su alegría y fe

La música se convirtió en el pulso alegre

en la nota vivaz de nuestra existencia.

Emprendimos caminos y veredas,

descubrimos paisajes ocultos, los rincones

que engrandecen la geografía de nuestra patria

 y en la cartografía de nuestros corazones.

Aprendí, por ella,

a convivir y comprender culturas distintas,

a creer que la eternidad era nuestra,

como ella incesante lo declaraba y yo… le creí.

La amé hasta la médula de mis huesos

Hasta amalgamar ese torrente de vida en su ser

como dos ríos que se abrazan

y se confunden en uno solo.