Mañana será...

Entre la fiebre marchita la espera
la palma fiel ha perdido su fuego,
sólo raíz en su rígido ruego
vástago lento y endeble se esfuma.
En qué silente rincón del camino
ahora se oculta la paz que no encuentro,
tras de qué muros se esconde la dicha,
gime mi mundo de tanto sufrir.
Cara de pena se observa en los astros,
hora de cúmulos, sol entre nubes
me traerán la alegría sus rayos
como sortija que en mano refleja.
Mas me he de alzar de estas sombras profundas
han de volver esplendores del día,
blanca y bruñida la masa que aguarda
vivir de nuevo de amores y sueños.
Lupercio de Providencia