No me reconociste. No podías
imaginarte quien era aquella rubia,
cruzando la avenida distraida,
caminando despacio entre la lluvia.
Detuviste tu andar, dijiste:!Hola!
!Que mujer tan hermosa, eres divina!
!Caminas que pareces una ola,
contigo todo el cielo se ilumina!
Sigues con tus afanes de Don Juan,
con el verso que brota de tu boca.
Nunca por dignidad vas a cambiar,
donde quiera que pasas, das la nota.
No lo puedo creer, yo soy tu esposa,
con la que estas casado todavía,
aquella que se hizo mariposa
para volar muy lejos de tu vida.