A mi primera maestra en un pueblito de Venezuela, en un lejano pueblo. Algunos niños tienen una escuela de pimeras letras, Yo tuve una escuela y una maestra, una maestra flaca, pálida, erguida, una maestra cuenta cuentos junto a un jardín donde corría un río desde techos rojos cayendo en porrones de "Buen amigo" Yo dormí en brazos de mi maestra cuando el invierno arrancaba almendrones del árbol: Se llamó Maximina, Mi cuaderno era solo un cuaderno de manchas de colores ayí dibujé planetas no descubiertos, figuras violetas, inentendibles, yo escapaba a aquellos cuartos solitarios en tardes de recreo hacia un sueño, Maximina me despertaba con manos llenas de rosquillas dulces, suspiros de nieve,conservas de coco, era una casa de dulces aquella casa de mi maestra, había dulces en todos los estantes, en las paredes, en los muebles, en el rostro de Maximina,dulces; Un día cualquiera Maximina se fué y con ella la calle, la casa, la luna, todo, se fué a un mar que no existía, en manchas de colores, tal vez. A veces paso por esa calle asomo mis ojos a través de una rendija vieja de madera polvorienta, y miro adentro, muy adentro, contemplo y toco una puerta, entonces espero y nadie responde, nadie, nada, no responden.