Termina el día, sólo se escuchan los grillos,
el viento se ha quedado tranquilo,
la noche se cobija en su oscura sombra,
el rocío baña los pétalos de la flor y sus hojas.
¡El horizonte se hace infinito al caminante,
deseando el descanso, al acabar el viaje!
Agotado, descolorido y empolvado su traje,
sin fuerza, exhausto, busca en el silencio,
su transformación como la oruga, para su vida.
Se detiene, mira la oscuridad inmensa,
el destello de la luna, en su integridad,
presagiando, en el frío de la soledad,
¡una apacible noche misteriosa y misericordiosa!