La paz que da el amor esta en mí,
en tu dulzura hay amor confeso,
pruebo, saboreo en calma y suspenso,
va extasiándome tus labios carmesí.
En el néctar encuentro realidades,
degusta mi boca la fruta que envenena.
Aroma de mujer inunda mi caverna,
todo mi ser hasta las profundidades.
El perfume de las flores se limita,
entonces llora de celos y desconsuelo.
Se apiada de ellas las nubes del cielo,
en forma de lluvia se precipita,
tornando todo apacible con la brisa,
como en mí es la paz de tu sonrisa.
Autor: Alcibíades Noceda Medina