Preludio.

No creo en notarios de gran renombre

Que acrediten firmas falsificadas

Ni que que firmes un convenio con tu nombre

Lo prefiero con la tinta de una mirada.

No creo en ladrones de medio pelo

Que roban manjares a los necesitados

Ni que robes mi beso por un te quiero

Ni que finjas orgasmos cuando no te los he dado,

No creo en religiones idealizadas

Que buscan limosnas en la pobreza

Ni que busques fuego donde no hay nada

Lo prefiero de tus brazas que embelesan,

No creo en puritanos ni en prostitutas

Que se aman una noche por dinero,

Ni que me ames después de una disputa

Ni que te diga que lloro como aguacero,

No creo en lesbianas ni en asexuados

Que buscan publicidad en medios vacíos,

Ni que publiques mi obra por otro lado

Lo prefiero de tu alma cuando estas conmigo,

No creo en los poetas que se derriten

Y que buscan el placer en un supermercado,

Ni que sea placentero en tus convites

Hablarme de monjas, curas y prelados,

No creo en los dioses ni en citadinos

Que promulgan biblias con dólares ajenos,

Ni que promulgues la ley de peregrinos

Lo prefiero caminar y llegar cuando lleguemos,

No creo en que el tiempo cura todo

Ni que nada es flotar en los vaivenes,

Ni que flotes con mi nombre de algún modo

Ni que Penélope se instale en los andenes,

No creo y sin embargo creo tanto

Que amanezcas a mi lado tan siquiera

Con tus dedos recorriendo mis adagios

Y los míos, en tus fiordos y praderas!

Y no creyendo cual autista en su silencio

Que desnuda la palabra cuando calla,

Me someto a tu obra y a tu enciero

A tu boca de mujer cuando me habla.