Como el vuelo de un ave
quisiera llegar al templo,
donde monjes y creyentes
se desplazan hasta verte.
una nube que huya,
una tormenta que llora,
que quisiera darte frescura
o una noche sin luceros,
pues bastan tus ojos y cabellos
o tus labios, que son deseo
para que sucumban las estrellas
ante tan inmensa belleza.
Ten cuidado con la luna
y las estrellas que recelan,
pues les robas el amor del sol,
que contigo no compiten;
por eso no quiere el viento
en sus brazos llevarme
a tu lado para besarte,
a mi pesar tan distante.
Miro por la ventana
de la casa de campo,
y mas allá de esos álamos
estas sentada y sin descanso.
¿Es o no es,
tu sonrisa imaginaria,
lo que me hace desear
volver abrazar la almohada?;
Pues no ha playa cualquiera
como tus arenas tiernas,
que le gusten a los sentidos
de todos los seres vivos.