Y dijo Dios al hombre que en él creía:
puse un perchero en mi hogar,
para dejar aquello que ya no me sirve
y esta mañana al levantarme, lo encontré lleno.
¿Cómo fue posible? Si yo no había colgado nada.
Resulta, pues, que tú habías sido,
me colgaste tu dolor, tu tristeza, tu desesperación,
tu inseguridad, tu alegría, tus esperanzas y deseos;
en fin, me colgaste tu vida misma.
Quiero decirte que yo te puse en la tierra
para que vivieras tu vida,
así como la quieras vivir
y no para que me la colgaras a mí.
Yo tan sólo me conformo con verte vivir,
sin esperar nada a cambio de lo único que te di:
Tu vida y no la mía.