Si las teclas pudieran
hablar,
expresarían un millón
de ideas,
gritarían mil disgustos
y llorarían muchas penas.
Si las teclas pudieran
hablar,
de seguro reirían todas ellas
con una melodía alegre,
para después muy serenas,
quedarse al compás…
al compás de quién las mueve.
Todas ellas son sublimes,
pues hacen que florezcan
mis sentimientos,
haciendo del silencio
un rito,
haciendo de la tristeza gloria,
cuando cantan todas ellas.
Si las teclas pudieran
hablar,
si hablar pudieran ellas,
que gusto me daría;
pues compartiría la nostalgia
de Beethoven, de Mozart y Chopin
y muchos otros
que dejaron sus vidas
convertidas en teclas,
para que tú y yo
nos pongamos a pensar,
disfrutando de su canto,
de la música
que un simple piano
nos puede dar.