Tu silla vacía.

Me tomo el café con tu silla vacía
tal vez esperando la nostalgia de un verso
y en cada rincón de mi alma cabría
aquellas caricias que ya no recuerdo,
porque equidistante y en homilía
cual un culto de tibias enaguas
las lágrimas guardan una letarguía
en esta armadura que no quiero que abras,
quizás la distancia me sirva de cielo
y aquellas nubes me devuelvan la fianza
esa que pagué para verte en un vuelo
rendida al amor sin tantas falacias...
Se acaba el café y la sombra envuelve
el ventanal callado de tanta añoranza,
que digan ahora, que invoquen mi muerte
que ya me dormí, que ya...no hay palabras!