Te veo,
y es como si te hubiese visto siempre, desde antes, desde ahora, desde toda mi vida. Te miro, desde todo mi tiempo, y el tiempo no me alcanza para dejar de verte, porque te sigo viendo desde afuera, desde adentro, desde tus indefinibles ojos
del color del silencio. Te oigo, y el eco de tu voz me penetra los huesos, me va tocando a fondo, como suave caricia que va dejando el viento. Y la noche se alarga, y el día se hace breve en espera del tiempo, del tiempo que no llega porque ya ha transcurrido, porque se ha ido lejos, perdido en las montañas, para que ya no pueda
tratar de retenerlo, de apretarlo en mis manos, pegarlo a mis entrañas, para que ya no pueda seguir viendo tus ojos, desde ahora, desde siempre, desde toda mi vida,
para que no te vayas!
Este poema está inspirado en un amor que surgió en el 1986, cuando pensé que mi vida terminaba por ser presa de un cáncer, cuando creí que nadie podría amarme y menos un hombre más joven que yo. Ha sido para mí la revelación más grande de que el amor existe más allá de lo físico y que muchas personas mueren sim conocerlo, pero Dios ha querido que yo, que estaba destinada a morir, no me fuera de este mundo sin conocer el placer de sentir el amor en toda su demensión. De ahí que mis poemas estén dedicados a ese Gran Amor de mi vida.