Me dejaré querer sin resistencia,
pasivamente, sin ningún obstáculo.
Seré sencillamente receptáculo
de tu ternura y tu benevolencia.
Me dejaré querer. Mi complacencia
será sentir tu amor en el pináculo,
estando ahí nomás cual tabernáculo
gozando tu cariño y tu demencia.
Podrás hacer de mí lo que tú quieras,
con plena libertad, sin restricciones
y dando rienda suelta a tus caricias.
No habrá señalamientos ni fronteras,
ni faros, ni atalayas, ni torreones.
Devórame en el mar de tus delicias.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC