GUITARRA MUDA

Al verte dormida en la oscuridad de esta noche,
como gacela temerosa en el pasto de mis sábanas,
te amo nuevamente entre cada latido de tu corazón y
el murmullo callado de tu respirar sereno.
Te observo silente y de pronto,
te desnudas entre las olas incansables de cada
movimiento de tu cuerpo,
de cada tormenta de tu hechizar.
El tiempo transcurre tan lentamente
que ya ni lo cuento,
creo que no existe,
que se fue y nos dejó
a los dos solos
entre los caprichos de un Eros temeroso
y las flechas envenenadas de un Cupido insolente.
Las islas de tus pechos se vuelven hacia mí
con cada nuevo movimiento de tu barca serena,
los mares intranquilos de tu vientre
quieren volver a sentir esta noche
el caminar nervioso de mis manos,
el pincel desnudo de mi ser.
Los abismos más profundos de tus océanos de amor
me gritan desde tan cerca
que debo volverte a amar,
como tantas noches lo he hecho
y como no sé cuantas lo volveré a hacer.
Entre el silencio de mi pensamiento
y la avidez de mis labios temblorosos
observo el brillo de tu cuerpo oscuro en la mitad de la nada,
entre fantasías perdidas de mi niñez
y los recuerdos vivos de mi futuro incierto.
¡Te anhelo tanto amada mía!
¡Te amo demasiado, Princesa infinita!
¿Sabes?
Quizás nunca lo sabrás;
pero hoy te amé
como nunca más lo harán otros labios
y otras manos.
Al despertarte en el cenit de la noche
en la mitad de todo
ya durmiendo mis ojos quizás,
no conocerás jamás quien fue tu poeta,
tú siendo mi musa etérea;
quien fue la pluma de tus páginas vacías
siendo tu dormitar mi tinta,
Y quien fue tu música perfecta esta noche
siendo tu cuerpo desnudo mi guitarra muda.