Felices son aquellos que hallan
felicidad sin sacrificio absurdo.
Despierta a la hada dormida,
que se encuentra en cada uno,
en cada ser desde el inicio de la vida
siempre estuvo allí expectante,
en espera de ser animada de soledad.
La dicha real, es para sí misma,
está anegada en el mismo cuerpo
como savia irrigando todo el tiempo,
anhelando ser descubierta
cual vertiente de la montaña.
Esa fantástica virtud os pertenece,
todo la tenemos sin lugar a duda.
Compartir es habilidad en persona
y, será belleza real sin mascara,
todo a su tiempo en debida forma
tratando no llegar nunca al extremo,
entonces siempre es grata consecuencia
lo que nos convergen al anhelante istmo.
Si dejásemos durmiendo de por vida
La felicidad no tendría cabida,
solamente soñaría con la blanca luna
cual infanta soñando en la cuna.
El señor de los fierros
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