Entiendo

Parte I
Entiendo que no soy nada,
que mi cuerpo se pierde
en la bruma de la mañana.
Que mis sentidos están vencidos
como los días a sus sombras,
que mi vida declina sin quererlo
entre cruentas batallas de su ser,
que mi labor es práctica de envejecer
la de limpiar el rastro
la de no tener pasado.
Ser un cuerpo de rostro desconocido
un viajero en un anden vacío.
El ser nada debiera ser nada
porque debo no sentir,
porque no distingo el frío del calor
y no llego a entender este sol.
El tiempo dormido, como desvaído
rumia vida, mi vida
mientras me dice:
“consentido”.
 
Los recuerdos quedan ya lejos
y este presente se pierde.
Mis pasos son cada vez más cortos
y se anuncian lánguidos.
Mi luz es vacía, imprecisa.
Y entre tanto devaneo me impregno
de aquél primoroso y mágico olor
que me hace siempre soñar:
el niño que algún día fui
El fin debiera ser
horizonte de la nada,
pero es todo
es mi ser, mi querer,
mi mundo y mi Dios.
Es mi vida y mi amor.
Mi reloj prendido a la piel
marca siempre la misma hora,
ya no hay momentos
sólo la espera en esta gran sala
de silencio y tristeza.
 
Allí me gusta acomodarme
sentarme en mullida poltrona
perderme bajo el ritmo de la respiración
y fijar la visual en plantas anquilosadas
embutidas en estáticos tiestos.
Así estoy más protegido,
veo cada paso pasar
y la luz recorrer el tiempo.
Y allí cedió, en algún momento,
la respiración hacia la nada,
quizá perdiendo luz
yendo hacia algún alvéolo
y dejando su último presente
de amor, labrado en tierra virgen.
Mi cuerpo sutilmente inerte
parece que está dormido,
como esperando algo inevitable.
Es el final del camino,
no emprenderé otra marcha.
Sólo mi legado será la germinación
de las semillas
que con esfuerzo
han subsistido al deceso,
a ese cuerpo sin sentido
y baldío.
 
Y así, esparcidos
aparecen los primeros brotes
erigidos en esbeltos tallos
culminados en prietos pétalos
como guareciendo almas.
Primavera nacimiento de la vida.
Un sinsentido
entre la muerte y el pervivir de la humanidad.
Su presente, abocado como riego
enraíza en jóvenes raíces
y yo siento que su vida es mi vida.
El amor podría ser
un gran prado
de flores nacientes
que huelen a rocío,
a blancas sábanas de algodón,
a caldo en el fogón
y a dulce pasión.
 
Parte II:
Amor.
Ese que dejaste en tu huida
camino cierto para no volver.
¿Por qué mi vida es vida sin ti?
si debería ahogarme.
¿Por qué me haces vivir?
si debiera morir.