Un nuevo adiós.

Después de la escuela,

a las cinco te esperaba,

ansioso, ilusionado, enamorado,

mi poesía te entregaba.

Envueltos en matiz dorado

que el atardecer oscurecía,

en lugar oculto,

entre las bromelias

de una plaza solitaria,

disfrutábamos el único beso

que ese encuentro nos brindaba;

fué efímera la ilusión,

fue malvada la mentira,

fue dura la despedida;

sin dolor, ni lágrimas,

quieto me quede

mirando tu partida,

te alejabas,

pero algo de tí quedaba.

Una noche fría,

con tibia niebla abrazando mi añoranza, 

volví a ver tu figura amada,

tus ojos negros,

tu boca esclava de labios gruesos;

una mirada, un abrazo, una confesión,

un beso de despedida,

un nuevo adiós.

A lo lejos miro tus recuerdos,

tu corazón compartido

tiene por mí un latido;

el dulce sabor de tu boca

aquella noche fugaz,

sello para la eternidad,

nuestro amor sin soledad.

RAZ.