El albedrío es nuestro
Los corazones laten se afianzan al delirio,
el río de la vida se esparce por doquier.
Todos jóvenes amándose encienden el cirio,
gloria sienten con las manos a veces sin saber
ellos están sin tiempo, nada cree en serio.
En las páginas rotas aletea en mi canción,
mientras se viste con el viento mi alma desnuda
entonces se hecha a volar en pos de una misión;
alertan las flores que el río crece y la inunda,
son las que esperan el amor sin renunciación.
Es primavera, huele a flor el río nuevamente,
con polen en el aire, florecen el amor,
frotan en amar sus alas enérgicamente,
suerte, puedo recordar de tus labios dulzor,
razón que es bueno, ser de agua dulce navegante.
El amor ante los ojos ciegos del poder,
nosotros somos el futuro de la creación,
consumir el momento ahora es nuestro deber.
Risa nos da el fantasma de la disgregación,
el albedrío es nuestro; vivamos el querer.
El señor de los fierros
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