Hoy, pensando que haría en adelante
me puse a meditar sobre mi vida.
Y me vi en un mundo embriagante,
dando vueltas sin hallar la salida.
Era un mundo fascinante, es muy cierto,
lleno de emoción, lujuria y mujeres;
no me daba cuenta que casi muerto
ya mi aliento eran sólo los placeres.
De repente alguien una puerta abrió
y me llamó. Entré dudando y pensé:
¿Qué es lo que quiere, por qué me llamó?,
no lo conozco, ni su nombre sé.
Entonces me habló y mi vida narró,
¿cómo es posible que sepas de mí?,
le pregunté y por respuesta sonrió.
Si yo estoy aquí -me dijo- es por ti.
Confundido estaba por lo ocurrido
que recién me di cuenta del madero
del cual pendía clavado y suspendido
y un nombre, Jesús, decía en un letrero.