Teje con tus suspiros
una red de tibios sueños
en torno a mi corazón,
teje pronto una ilusión
con el brillo de tus ojos,
un nuevo mundo sin sombras,
sin distancias, sin olvidos;
teje con los suaves hilos
de oro de tu cabellera
una divina quimera
en la que quede prisionero.
Teje un nido duradero
en el que pueda, confiado,
abrigar mis alas, cansado
después de tan largo vuelo.
Téjeme un cálido abrigo
que ampare a mi desconsuelo,
hazlo con tus propias manos
reteniendo así a un amigo
ahora, que has conseguido,
con la magia de tu tejido,
que quede a tu vida atado
mi corazón fugitivo.-
Eduardo Ritter Bonilla.