Miro tus ojos de papel oscuro, y
al horizonte, como dos puntos erguidos,
tus pezones, rosa de fruta calada.
Te abrirïa el pecho en sagital latitud,
a morder los vinos de tu corazón
inundando tus pulmones.
Tu centímetro de piel, converso en el kilómetro.
Tu flujo y tu sangre corriendo por mí sed de boca.
El jardín colgante de tus muslos tímidos,
pendiendo del bacón de mi vista anclada.
¿ De que torre afrodisíaca viene tu mirada ¿
Horada mi costilla de labrador,
desde el esternón pecho y llega a la espalda desierta,
clavando una flecha de fuego y
la espina se me hace ceniza.
Arriba, donde antes pensaba,
Ya no hay espacio.
No me mutiles lentamente,
suelta tu rayo de látigo y extermíname de sangre,
quizás renazca en la vida tan solo para volver a amarte.
Si no. No lleves flores a mi cama de bóveda.
Deja tu aliento y
un beso cultivado en cada mañana.
Para sobrevivirme otro día,
a la espera de tu llegada.